Como todas las mañanas, de lunes a viernes suena ese maldito despertador llamado “tú”. Y miras la hora y ves que queda aún media hora y te echas a dormir otra vez, muy feliz. Y no ha pasado ni tan solo cinco minutos y suena el despertador, pero esta vez el de verdad. Lo miras y ves que realmente lo que parecían cinco minutos, era esa media hora que faltaba. Te levantas, vas al baño y te miras en el espejo, levantas a niña de 4 años, desayuno, vestirla, peinarla y que quede medio bien, su comida de media mañana en mochila y de fondo se escucha un leve llanto quejoso… mi otra niña de 1 año y 3 meses… Voy a vestirla porque tenemos que ir al colegio a llevar a la mayor, y en ese momento giro la cabeza hacia el reloj y veo que me falta 5 minutos para irme. Pero no queda la cosa en solo vestir a la pequeña, la mama solo se había mirado al espejo cuando se levantó y no se arregló. De prisa y corriendo te pones cualquier cosa, te pintas los ojos, eso que no falte, porque donde voy con esta cara de sueño, por no haber dormido desde las cinco de la mañana. Si, desde esa hora que mi hija pequeña se despertó, para que tú no siguieras durmiendo y la cuidaras a ella. Vuelves a mirar el dichoso reloj y ves que solo tienes 8 minutos para llegar al cole que está a 5 minutos. Pero en coche. Montas a la pequeña y en ese instante que vas a montar a la mayor y parece que por fin te vas a marchar… te suelta: “Mama, quiero hacer pipí”. En esos momentos le contestas muy deprisa: “aguántate y lo haces en el cole”. Y te responde ella: “Pero es que no puedo aguantar”. Respiras y al baño rápido vas. Y el reloj sigue corriendo, porque realmente a veces el reloj se pone en contra tuya y el tiempo pasa más rápido. Por fin vamos hacia el cole y solo faltan 4 minutos para llegar, aceleras un poquito solo, vamos que te vuelves piloto número uno del mundo, y llegas. Por sorpresa tuya no ha sonado el timbre y ¡Ringggg! Suena en ese momento y tu linda niña no ha llegado a la fila. Que eso es otra, hay que llegar a la fila, donde cuando vas con el tiempo justo, la ves como a kilómetros de distancia tuya. Porque digo esto, veréis, llegas e intentas pasar entre 10 filas de padres que parecen que están en un concierto y que llevan horas esperando para coger sitio. Digo intentas porque muy amablemente dices: “me dejas pasar”. Te miran y ni cuenta te echan. Imaginaros, la mama con la niña pequeña en brazos, la mayor dando saltos y sortear 10 filas de padres que parecen estatuas, a más de uno le iría bien ganarse la vida así en las calles. Pues nada llegó el momento de futbol americano, hay que llegar y hacer nuestro touchdown. Mi enana repartiendo holas mañaneros, mi mayor pasándoselo pipa esquivando y yo luchando para marcar… Y marcamos !!Touchdown!! para nosotras. Muy felices las tres lo celebramos en piña y lista, su profesora se la lleva durante cinco bellas horas. Eso representa llevar a mi niña al colegio cada mañana, cuando su papa no puede ir. Es toda una heroicidad. No sé si os pasara a algunos de ustedes, pero en este colegio es una lucha mañanera todos los días. Y si cuentas con lluvia, ya ni te imaginas. Eso es una proeza.
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